Este es el punto de encuentro del baloncesto marianista donde podrás descubrir y conocer a otros compañeros y entrenadores de la sección de baloncesto, nuestra gran familia irá desfilando por esta página contando sus anécdotas, experiencias y vivencias tanto dentro de la pista como en su vida personal, desvelándonos sus secretos menos conocidos en forma de entrevistas.
Laura Gispert
Entrenar 3 veces por semana doblando con 2 o 3 partidos por fin de semana, y además ser entrenadora (lo que significa un entrenamiento y un partido más), y estar estudiando segundo de bachillerato de ciencias con aspiraciones sanitarias… Sin duda supone un esfuerzo, porque vas a ir por todo, ya que te has comprometido con esos equipos… y muchas veces te preguntan ¿merece la pena? Yo personalmente puedo decir que sí, porque el baloncesto no es solo un deporte, y ahora os voy a contar mi caso.
Estaba yo preparándome para la temida selectividad, cuando me dijeron que tenía que jugar el partido más difícil de mi vida. Me diagnosticaron una leucemia aguda, lo que significaba perderme mi graduación, selectividad y la fase final de mi equipo (primera vez que llegábamos y últimos partidos todo el equipo junto). Tenía por delante muchos meses de hospital.
Solo vi una forma de afrontar esta situación: como si fuera un partido de baloncesto. Me enfrentaba a un equipo contrario muy fuerte y tramposo, que de primeras parecía que iba a ser el ganador, y además jugaba en una pista complicada.
Mi equipo estaba formado por los médicos que serían como los entrenadores, ya que se encargaban de las tácticas para ganar, al contrario. Un contrario muy peleón, con jugadas inesperadas y no limpias del todo….
Y en este partido estaba apoyada por una grada que está formada por mucha gente: primero por mi equipo, y sus continuas visitas al hospital, un video con el cual me hicieron llorar, y por supuesto sus continuos mensajes de ánimo con nuestro ¡VA, TÍA VA! Segundo a todos mis compañeros, amigos y profesores de clase que también vinieron a visitarme o me mandaron mensajes. Y, por último, pero no menos importante, los entrenadores de esta sección, que aparte de comerse todos los bombones que tenía o traían al hospital, no me dejaron ponerme triste ni un solo segundo y me mandaron siempre mensajes de ánimo.
Y esto ya se acaba. Quedan pocos minutos, ya con un marcador abultado se puede decir que ya hemos ganado el partido.
Después de tanto tiempo fuera estoy deseando volver a las pistas como jugadora y entrenadora y afrontar los nuevos retos que vengan, con el mismo espíritu del baloncesto mariano de siempre: compañerismo, esfuerzo personal, pelea hasta el final y una sonrisa siempre. Necesito poder devolver a las nuevas generaciones lo que yo he aprendido en la familia del baloncesto mariano.